El burnout dejó de ser una conversación pendiente y pasó a instalarse de lleno en el mundo laboral chileno. Así lo confirma el Reporte Burnout Laboral 2025 de Buk, que analizó 5.760 respuestas de colaboradores de Chile, México, Perú y Colombia, abordando las causas, consecuencias y factores de riesgo asociados al agotamiento laboral crónico.
Aunque el burnout es un fenómeno regional, su impacto en Chile está marcado por una serie de particularidades que hoy constituyen una señal de alerta para empresas, líderes y equipos de Recursos Humanos.
En Chile, el 12% de las personas encuestadas declara experimentar burnout frecuente, es decir, muchas veces o siempre durante el año.
Si bien esta cifra es menor que la reportada en Perú (16%) y ligeramente inferior a Colombia (13%), sigue siendo un porcentaje alto y especialmente preocupante cuando se cruza con otros factores:
El avance del burnout obliga a mirar más allá del síntoma: apunta directamente a las condiciones de trabajo, la cultura organizacional y la capacidad de las empresas para gestionar la salud mental como un componente estratégico.
Aunque el reporte entrega datos agregados regionales, ofrece señales clave que aplican directamente a la realidad laboral chilena:
A nivel regional, la Generación Z es la más afectada (17% con burnout frecuente), seguida de los Millennials (14%). En Chile, donde ambas generaciones representan una parte significativa de los nuevos ingresos al mercado laboral, este hallazgo se alinea con las tendencias locales de:
El estudio confirma que las mujeres presentan burnout frecuente en mayor proporción (15%) que los hombres (12%).
En Chile, donde persiste la doble carga laboral y doméstica, este dato refleja una realidad ampliamente documentada: las mujeres siguen asumiendo más tareas de cuidado, lo que incrementa el agotamiento y dificulta la recuperación.
Personas neurodivergentes y miembros de la comunidad LGBTQ+ presentan tasas significativamente mayores de burnout frecuente (24% y 19% respectivamente) en la región.
Esto también se refleja en Chile, donde aún existen brechas culturales, prácticas laborales poco inclusivas y espacios que no garantizan plena seguridad psicológica.
El Burnout Laboral 2025 identifica tres factores críticos que detonan el agotamiento, todos altamente presentes en el contexto chileno:
El burnout no es solo un fenómeno emocional: afecta resultados, productividad y decisiones de carrera.
Las personas con burnout frecuente presentan 10 puntos menos de capacidad de planificar y terminar tareas en tiempo y forma (72% vs. 82%). En un país donde la productividad es uno de los grandes desafíos estructurales, este dato es especialmente relevante.
El burnout se instala como un motivo real de salida: el 40% de quienes tienen burnout frecuente quiere cambiar de trabajo, muy por encima del resto de los grupos.
Quienes tienen burnout frecuente presentan menor satisfacción con su liderazgo directo (62%) en comparación con quienes no presentan burnout (78%). Esto refuerza algo clave para Chile: el rol del liderazgo en el bienestar no es accesorio, es determinante.
El reporte propone rutas claras para enfrentar el burnout a nivel organizacional.
Aunque el burnout está reconocido por la OMS como un fenómeno laboral (no una enfermedad), en Chile, su impacto se relaciona con la Ley 21.604 de Salud Mental. Las empresas deben considerar el agotamiento crónico dentro de su deber de protección y gestión de riesgos psicosociales, haciendo de la medición y prevención una obligación ética y estratégica. La prevención del burnout se basa en la gestión activa de la carga laboral (revisión de metas y horarios) y la creación de un entorno de seguridad psicológica.
El burnout en Chile es un fenómeno creciente que refleja tensiones profundas: culturas laborales exigentes, falta de reconocimiento, escasa flexibilidad y liderazgos que aún no integran la salud mental como parte de su rol.
El Reporte de Burnout Laboral 2025 de Buk permite ver con claridad que el agotamiento no es un problema individual, sino organizacional. Para avanzar hacia culturas más sanas, productivas y sostenibles, las empresas deben asumir este desafío con la seriedad y urgencia que merece, utilizando herramientas para gestionar de manera proactiva el bienestar de sus colaboradores.