Las evaluaciones de desempeño, creadas como una herramienta de desarrollo, se han convertido en un foco de estrés y desmotivación en muchas organizaciones. El problema no está en evaluar, sino cómo se hace. Los modelos tradicionales suelen fallar en tres aspectos críticos que deterioran el ambiente de trabajo:
Cuando el colaborador invierte tiempo en un proceso que no resulta en cambios visibles –ni para bien (ascensos, desarrollo) ni para mal (corrección de rumbo)– termina perdiendo importancia. Esto comunica que la empresa realmente no valora el proceso, y por extensión, tampoco el esfuerzo de la persona.
El enfoque anual o semestral, a menudo llamado el "día del juicio", concentra toda la presión del desempeño de meses en una única conversación. Esto provoca un alto nivel de ansiedad, reduce la objetividad y tiende a enfocarse en errores recientes ("efecto de recencia"), en lugar de ser un proceso de coaching continuo.
Esperar 12 meses para recibir feedback sobre un proyecto o un comportamiento específico hace que la información sea irrelevante e inoportuna. La falta de inmediatez impide la corrección proactiva, erosiona la confianza en el liderazgo (que "guardó" la información) y paraliza la motivación al no ofrecer una guía clara a tiempo.
Un proceso de evaluación obsoleto no solo genera incomodidad; es un factor de riesgo real que amenaza la sostenibilidad del equipo y la cultura.
Un proceso efectivo debe ser el puente entre el desempeño actual y el futuro deseado del colaborador. Cuando la evaluación solo sirve para "dar una nota" y no se enlaza directamente con planes de carrera, mentoring o capacitación específica, el colaborador percibe que su crecimiento debe buscarlo fuera de la organización.
Los problemas de desempeño que se ignoran durante meses se transforman en tensiones crónicas. La falta de check-ins regulares permite que malentendidos y frustraciones se acumulen, haciendo que la reunión de evaluación final sea una explosión de conflictos reprimidos, no una conversación constructiva.
Estudios como el Workmonitor de Randstad Chile confirman que los colaboradores chilenos priorizan la "conexión" y el desarrollo de carrera como factores clave de retención. Cuando las organizaciones no cumplen con esta necesidad de frecuencia y transparencia, se genera una brecha que se traduce directamente en tensión, incertidumbre y desmotivación entre los equipos.
La ineficiencia en los procesos de evaluación no es solo un problema de clima, sino un riesgo operativo tangible. Datos entregados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) de Chile sitúan la Tasa de Rotación Laboral (TRL) en torno al 30,0% (junio de 2024), una cifra que subraya el alto dinamismo y la tensión en el mercado local. Cuando los colaboradores sienten que la evaluación es sesgada, poco clara o simplemente no les ayuda a avanzar en sus carreras, la decisión de buscar nuevas oportunidades es inevitable, contribuyendo directamente a esta alta rotación.
La solución está en migrar de un modelo correctivo y administrativo a uno de desarrollo continuo, transparencia y accountability.
El cambio más importante es la frecuencia en las evaluaciones. Pasar de ciclos anuales a ciclos trimestrales o, idealmente, a un modelo de feedback continuo, normaliza la conversación sobre desempeño, elimina el estrés del "día del juicio" y permite correcciones de rumbo ágiles y menos dolorosas.
Para combatir el sesgo personal, es crucial basar las evaluaciones en métricas claras, logros cuantificables y feedback recolectado en tiempo real. Herramientas de People Analytics permiten a los líderes respaldar sus comentarios con datos concretos (tasa de éxito, cumplimiento de objetivos, etc.), haciendo la conversación justa y objetiva.
Un proceso 360° mejora dramáticamente la calidad y la percepción de justicia. Incluir la voz de los pares, la autoevaluación y, fundamentalmente, permitir que el colaborador dé feedback a su líder, convierte el proceso en una responsabilidad compartida y un mecanismo bidireccional de crecimiento.
La tecnología es el aliado clave para implementar estos cambios de frecuencia y objetividad.
Plataformas modernas de gestión de personas, como Buk, permiten lanzar pulsos de clima laboral y solicitar feedback específico en tiempo real. Esto ofrece una visión instantánea de la salud del equipo, actuando como un barómetro constante que previene la acumulación de tensiones.
Un clima laboral sano requiere canales seguros. Los canales de denuncia no solo cumplen una función legal, sino que son una señal de la seguridad en la comunicación interna lo que refuerza la confianza en todos los procesos, incluyendo la evaluación.
La tecnología debe encargarse de la logística: envío de formularios, recordatorios, cálculo de puntajes y almacenamiento de evidencia. Esto libera tiempo a RR.HH. y a los líderes para enfocarse en lo que realmente importa: la calidad de la conversación y la planificación del desarrollo.
Si la evaluación es un diagnóstico, las consecuencias visibles son el tratamiento. Sin ellas, el proceso carece de valor.
El resultado más importante de una evaluación debe ser un Plan de Desarrollo Individual. Asignar coaching, formación específica, mentoring o cursos pagados demuestra al colaborador que la empresa está invirtiendo en su futuro y que la evaluación fue un punto de partida, no de llegada.
Las evaluaciones también deben ser la base para ajustar responsabilidades, asignar nuevos desafíos o, si es necesario, definir planes de mejora de desempeño claros. Este dinamismo y visibilidad de acción es lo que convence al equipo de que el proceso es serio y relevante.
Si la persona con mejor desempeño no recibe un aumento o una oportunidad de crecimiento, o si la persona con bajo desempeño sigue exactamente igual un año después, el mensaje es claro: la evaluación no importa. Las consecuencias visibles son el motor de la accountability y la credibilidad del sistema.
Dejar de lado las evaluaciones obsoletas y transformar el clima laboral es posible. En Buk, entendemos que la clave para un equipo motivado y un bajo índice de rotación está en la gestión integral del talento.
Si buscas implementar un sistema de feedback continuo, evaluaciones integrales basadas en datos y planes de desarrollo visibles, necesitas una herramienta que centralice todo el proceso.
No permitas que las malas evaluaciones sigan afectando la confianza de tu equipo.